1 de febrero de 2013

Cái, creo que caí, rendida ante tus encantos.


Desde hace un tiempo a esta parte
me noto un poco cambiado,
llevo en el alma el perfume
de un nuevo viento salado.

Dejo elegir a mis pies
y se van por la Caleta,
tarareando algún cuplé
con andares de poeta.

Mis amigos dicen que
no soy el lacio de antes,
que miro el mar y una alegría
se me cuela por levante.

Disimulando les digo
que no será para tanto,
pero en verdad, ¡ay de mí!,
Cai, creo que caí;
Cai, creo que caí
rendido ante tus encantos.

Caí rendido a tus pies,
rendí tributo a tus besos,
como rindió todo el mar
desde Tiro hasta Thartessos.

Me fui siguiendo tus huellas
de sandalias milenarias,
me besaste y supe que
no tenías adversaria.

Cái, yo quiero que sepas,
qué pienso cuando te veo:
unos piensan en La Habana,
yo pienso en Montevideo.

Le robaste el corazón
en treinta siglos a tantos
y hoy me lo robaste a Mí,
Cai, creo que caí;
Cai, creo que caí
rendido ante tus encantos.

Rendida ante tus encantos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario