27 de mayo de 2014

Hay quien sabe ser magia.

"A veces la música tiene licencia,
licencia para dolerte por dentro,
para acariciarte el alma.

A veces te baja las sábanas
sin pedirte permiso,
sin saber hasta dónde ni hasta cuándo.

A veces la música te escuece dentro,
y otras se convierte en magia;
porque hay quien sabe ser magia,
aunque nunca llegue a saberlo."

Vanesa Martín.

25 de enero de 2014

El mejor día de tu vida.

"Nunca sabes que el día más importante de tu vida es el más importante hasta que lo vives. No reconoces el día más importante de tu vida hasta que estás dentro de él. El día en que te entregas a algo, o a alguien; el día que te rompen el corazón; el día que conoces a tu alma gemela; el día que te das cuenta de que no hay casi tiempo porque quieres vivir para siempre... esos son los días más perfectos."

4 de octubre de 2013

3 de octubre de 2013

Dejarse llevar...

A veces, cuando todo te preocupa, cuando todo te asusta, no hay nada mejor que dejarse llevar. No pensar, no darle vueltas a lo mismo, no decir NO antes de que algo ocurra, no cerrar las puertas tan pronto, no pensar, no temer. A veces, lo que mejor sale es lo que no está planeado. Por eso no quiero planes. No contigo. Si tiene que venir, que venga. Si tiene que ocurrir, que ocurra. No quiero pensarlo más, no quiero darle más vueltas. No me pidas más, no podemos más. Pero al fin y al cabo, estoy dejándome llevar, y me gusta....

~ Dejarse llevar suena demasiado bien,
jugar al azar, 
nunca saber donde puedes terminar,
o empezar...

Vetusta Morla - Copenhague.

23 de septiembre de 2013

22 de septiembre de 2013

ME HE ENAMORADO. [Iván Ferreiro]

«Me he enamorado. Me he enamorado profunda y brutalmente.Es brutal porque por un lado siento que es lo mejor que me ha pasado en mi vida y por otro que es un marrón. Es maravilloso pensar que después de algunos fracasos uno sigue poniéndose tontito con alguien. Y digo “con alguien” porque estar enamorado significa que sólo te gusta una persona.

Lo bueno de la soltería es que tu corazón es sólo tuyo. Puedes dar otras cosas sin miedo y disfrutar de lo que pasa sin que te hagan daño. Es la situación perfecta. Piensas en ti y no dejas que nada te rompa. Tienes cuidado y disfrutas de cada día. Piensas en ti y en lo que deseas, y tienes un montón de tiempo para gastar en tus tonterías. Además es más fácil querer a todo el mundo. La gente mola más y nada te asusta. Y cuando te gusta la soledad, que es un lugar en el que creo que hay que saber acomodarse, hay un confort. Un centro. Un punto de apoyo. Tú y lo que deseas ser. Un mundo de posibilidades.

Lo malo de no temer al mundo es que estás totalmente receptivo a lo que ves, escuchas o hueles. Y el mundo es un lugar hermoso. Tienes ganas de comerte todo lo que pasa por delante y disfrutas de forma limpia de la belleza, de la bondad y de las demás personas. Y de pronto, aparece ella. (Digo “ella” en mi caso. También pasa igual con “él”. Supongo que funciona igual en todas las direcciones…). Y te das cuenta de que te atrae tanto que renunciarías a todo por saciar la curiosidad de conocerla.

Yo siento que siendo invencible aparece alguien que podría aplastarme con el dedo meñique. (Que me asusten me va). Y la conoces. Y te gusta tanto que empiezas a hacer todo lo que te juraste hace dos meses que nunca harías. Y mola. Y quieres ir más allá. Al fin y al cabo tu libertad te lleva a ponerte a prueba, y la sensación de estar bien tú solo, te empuja a buscar algo más.

¿Y qué hay más grande que compartirlo todo con alguien? Al principio ni te lo piensas. Eres invencible y ¡¡¡¡¡le gustas a esa diosa!!!!! No puede pasar nada… Un poco más tarde te das cuenta: Tu tiempo en soledad ya no mola tanto como el tiempo con ella. Y ahí es cuando yo me cago de miedo. Tengo los huevos y el empaque para seguir adelante, pero eso no significa que no haga falta un ejercicio de introspección y de definición sobre lo que soy. Para poder darme a alguien necesito saber quién soy, que estoy entero, y que podré ser yo mismo. También necesito saber que me quieren, que no hay dudas y que me van a acompañar de la mano aunque ella esté igual de asustada. Y ahí, en ese punto, aparecen los pandelirios. Esos pensamientos que te desvían del camino. Esas ideas, que en tu cabeza, se imaginan el peor desenlace posible, que te cuentan lo mas chungo que podría pasar. Cosas en las que realmente no crees, pero que te inundan.

¿Tus miedos e inseguridades a merced de alguien a quien casi no conoces? No. Tus miedos e inseguridades a merced de tu cabeza. Tienes que enfrentarte contigo mismo. Creías que te conocías, pero otra vez tienes que definirte. Tienes que aceptarte, aguantarte y escucharte. Y a veces lo que uno piensa y lo que uno siente no es lo mismo. Te hace una visita un “Yo” extraño que te vuelve a preguntar otra vez lo que te preguntaste cuando te quedaste solo, y resulta que ya eres otro.

Querer a alguien nos transforma, nos obliga a ser más que nunca lo que queremos ser, a buscar la mejor versión de uno mismo. A desear ser perfectos, a querer cumplir nuestras expectativas sobre nosotros mismos. Nos obliga a evolucionar. A crecer. A hacernos preguntas incómodas. A mirarnos a un espejo implacable. Una vez más, solos ante el abismo de lo desconocido. Solos ante nosotros mismos. Solos frente a alguien en quien quieres depositarlo todo.

Frágiles. Valientes. Asustados. Esperanzados. Inseguros. Osados. Ilusionados. Perfectos. Plenos.

P D: No he hablado de “ella” muy a propósito por dos razones:

1. Porque quiero que cada uno piense en la persona que tiene.

2. Porque la quiero sólo para mí.»

Iván Ferreiro.